Crítica de Kursk (2018): Hijos de Putin

Dirección: Thomas Vinterberg | Guion: Robert Rodat | Música: Alexadnre Desplat | Fotografía: Anthony Rod Mantle | Reparto: Matthias Schoenaerts, Léa Seydoux, Colin Firth, Max von Sydow, Michael Nyqvist, Peter Simonischek, Martin Brambach, Guido De Craene, Geoffrey Newland, August Diehl

Kursk

KURSK NOS LLEVA A COMIENZOS DEL PRESENTE SIGLO PARA REMEMORAR LA PRIMERA GRAN CRISIS DEL GOBIERNO DE VLADIMIR PUTIN. LA DERROTA INICIAL DE SU EJECUTIVO, ANUNCIABA LA SEÑA DE IDENTIDAD DE SU POLÍTICA DE ENTONCES EN ADELANTE. SI NO RECUERDAS BIEN QUÉ OCURRIÓ CON AQUEL SUBMARINO EL 12 DE AGOSTO DE 2000, CASI MEJOR. QUE LA REALIDAD NO TE ESPOILEE ESTA GRAN PELÍCULA, KURSK.

El danés Thomas Vinterberg saltó a la palestra en 1998 cuando ganó el premio del jurado de Cannes con solo 29 años. Su película, Celebración, fue nada más y nada menos que el título inaugural del pretencioso manifiesto Dogma 95. El festival francés actuó así, como la plataforma publicitaria definitiva del movimiento que había fundado junto a su amigo Lars Von Trier. ¿Qué queda de los postulados que ambos impulsaron hace ya veinte años? Pues en el caso de Trier, mero postureo formal. En el de Vinterberg, nada. Pero cuando digo nada es absolutamente nada. Vamos, que si le preguntas por Dogma, Vinterberg se hace el sueco (O el danés, en este caso). Lo cierto es que la pareja de directores consiguió elevar a su país dentro de la cinematografía mundial con uno de los efectos de marketing más aplaudidos de la historia del cine. Tras un exiguo número de treinta y nueve películas llevando el sello dogma, el objetivo de llamar la atención estaba más que amortizado y en 2005 cerraron el chiringuito.

Así, Kursk nos va a recordar más a Peter Greengrass que a Lars Von Trier y, de hecho, no es difícil que te venga a la cabeza Capitán Phillips mientras la estés viendo. La principal diferencia entre ambas (a nivel cinematográfico, se entiende) reside en qué quiere centrarse Greengrass y Vinterberg. El británico focalizó la película en torno al drama individual, el danés alrededor del colectivo. Kursk es la historia de la comunidad entre semejantes: Tanto la de los marineros, que se hacen uno solo ante la adversidad, como la de los familiares que dejan en tierra y se unen tras la tragedia. Por otro lado, nos refleja un estamento político que sólo le interesa salvaguardar el honor nacional. Los ciudadanos para el poder valen menos que el concepto de “honra” y “patrioterismo”. Para la casta que esté en el gobierno, lo primero siempre serán ellos mismos y su propia supervivencia. Por encima de su propio pueblo. Y no creo que Thomas Vinterberg esté hablando exclusivamente del ruso. Eso va por todos los gobiernos del mundo. El mensaje del cineasta es tan necesario como desolador: Cuídate siempre de quienes ostenten el poder. Sólo te tienes a ti mismo y a los que te rodean. Sólo te debes a ellos por sólo ellos se deben a ti. Es así de crudo… pero mejor saberlo que llevarse luego el inevitable chasco.

CRÍTICA DE MOWGLI: LA LEYENDA DE LA SELVA (2018)| MISMA HISTORIA, PERO PEOR

Toda la película está dotada de cierta atemporalidad. Esto es así hasta tal punto de que dudas si está ambientada en época soviética o ya en democracia. No es para nada gratuito o accidental. Vinterberg nos da a entender así, la continuidad entre ambos regímenes. Tampoco se nombra a Putin en ningún momento. No es necesario. La caracterización del protagonista, el actor belga Matthias Schoenaerts nos está continuamente recordando al magnatario ruso. Es una manera de decir que el presidente del gobierno, al acabar con su pueblo, estaba acabando consigo mismo. Por cierto ¿Sabías que estaba haciendo Putin cuando sucedió la tragedia? Estaba de vacaciones. ¿Y sabes qué hizo en cuanto se enteró? Seguir de vacaciones (A qué nos recordará a nosotros eso…)

La única pega que le pongo a la dirección es el juego del cambio de formato con el que inicia y finaliza la película. La pantalla cuadrada se transforma en panorámica en cuanto los marineros se echan a la mar. Podemos entender que así refleja la libertad del mundo por recorrer (y eso que se hacinan 118 personas en un submarino), pero cada vez que volvemos a tierra, el formato continúa siendo ancho. Que digo yo que algo querría dar a entender Vinterberg volviendo al inicial sólo finalizando la película, pero desde luego no queda demasiado claro. O por lo menos, para mí no.

Así que, señor Thomas Vinterberg, como sé que nos está leyendo… ¿Podría dejarnos en los comentarios la razón que le llevó a ello? Gracias de antemano.