El Joven Ahmed es un preadolescente belga poco sociable, poco simpático y poco agraciado. Es algo así como el Arti Ziff de los Simpson, pero más niñato y más feo (Pobre chaval. Lo hace muy bien, pero no parece salido del casting de Élite precisamente). Además es musulmán. ¿Qué ocurre cuando un chaval no tiene amigos ni vida social? Que tiende a obsesionarse con un tema. Podría ser el cine (¿A que eso te suena?), el deporte, los videojuegos, el senderismo… A Ahmed lo coge por por banda un imán radicalizado y su válvula de escape es el fundamentalismo religioso. Mal asunto… pero peligrosamente actual.
La dirección de los hermanos Dardenne es asombrosa. No me refiero forzosamente en el sentido de magistral, aunque ahí está el premio a la mejor dirección en Cannes. A donde quiero llegar es que no parece ni que esté dirigida. No me saltes al cuello aún, que me explico en seguida. En El joven Ahmed no hay una sucesión de planos cada cual más estético que el anterior. No hay una búsqueda de un estilo visual deslumbrante. Aquí sólo (“sólo”) tenemos a unos actores y una cámara que les sigue para ver cómo se desenvuelven.
Parece que ni siquiera hay una planificación de imágenes. Es como si le hubiesen dicho al director de fotografía: “Tú coge la cámara y rueda lo que salga”. No hay cortes, cada secuencia es prácticamente un solo plano. Seguro que en cualquier cosa de esas que sube el Rubius a youtube hay más planos que en todo el metraje de esa película. En una época audiovisual en la que estamos saturados de imágenes, de elementos generados a ordenador, de barroquismo narrativo… la propuesta de los septuagenarios hermanos Dardenne se presenta como rabiosamente trasgresora. El minimalismo con el que nos presentan la historia va a contracorriente de todo lo que vamos a ver en la cartelera. Desde luego que nadie les va a poder acusar ni de cobardes ni de no ser fieles a si mismos.
Una inocente propuesta de “innovación” en la enseñanza del Corán es el desencadenante de los acontecimientos. Al espectador le puede parecer exagerado, completamente radical que a alguien le saque de sus casillas una simple y sencilla puesta a punto de algo superficial. Ni siquiera están cuestionando ningún precepto coránico. Sólo la forma, nunca el contenido. “Adaptarse a los nuevos tiempos”. Mal pinta eso para quien tiene miedo de todo lo que no puede controlar. Pero los hermanos Dardenne no nos quieren contar lo loco que están los islamistas. Piensa en tu día a día. Seguro que te mueves como pez en el agua en tu zona de confort y alguna vez no has querido oír a quien te proponga un cambio. Porque estás bien así y te incomoda aquello que no puedes asegurar.
A ver, que nadie está poniéndose del lado de un aprendiz de asesino. Ni muchísimo menos. El duo belga lo que nos presenta en El joven Ahmed es una historia extrema, algo que es atractivo de ver en una película. Eso sí, en pequeñas dosis nos ocurre absolutamente a todos. Porque como decía Shakira “Siempre supe que es mejor, cuando hay que hablar de dos, empezar por uno mismo”
Sin caer nunca en la justificación, el buenismo ni el relativismo cultural, todos hemos querido ser Ahmed seguramente por mucho menos.