Crónica de un amor efímero puede relatar, tal y como reza su título, una breve relación, pero el nuevo film de Emmanuel Mouret impone una narrativa basada en un diálogo continuado entre dos amantes que se toman su tiempo en entender porque están condenados al fracaso.

Un par de consideraciones. La primera, y por enésima vez, advertimos de nuestro amor por el cine galo y ese punto euro mediterráneo, ni frío ni caliente, que nos parece irresistible. La segunda es que en la entradilla no hemos incurrido, faltaría más, en el spoiler. El título (por una vez fiel al original) lo deja muy claro: se trata de un amor efímero por lo que no sólo anticipamos su final sino, especialmente si vamos ya acumulando unos años, un matiz trágico en su rúbrica. Y de eso trata Crónica de un amor efímero: de la aceptación de esa fecha de caducidad en algunas relaciones condenadas desde un principio.

Crónica de un amor efímero (01)

Al grano: Charlotte (Sandrine Kiberlain), madre soltera, y Simon (Vincent Macaigne), también con hijos pero casado, inician una relación basada en la noción de que lo suyo no puede caer en el romanticismo ni en la expectativa de una larga duración. A lo largo de meses, en los que no dejan de celebrar largas charlas, su relación avanza hacia la consolidación de una pareja estable que deberá compaginar los deseos de libertad de Charlotte y los de mantener una doble vida de Simon.

Crónica de un amor efímero no se anda por las ramas: desde su primera escena deja muy claras sus intenciones narrativas, formales y su marco físico. Charlotte y Simon, ya en su primera cita, sostienen largas conversaciones basadas en diálogos lo suficientemente poco dramatizados para que resulten plausibles; ambos personajes son compatibles en cuanto a que Simon encuentra en Charlotte una personalidad segura, fuerte y por momentos fría que encaja con su personalidad dudosa, cauta y sobre todo atenazada por la noción de no creerse la aventura que está viviendo; y el marco en el que todo sucede es aquella París muy blanca, pija y casi digna de la Nueva York de Woody Allen en la que el amor les llega a gente de posibles, con pisazos en el centro y paseos por lo más tópico de la ciudad.

Crónica de un amor efímero (02)

Nos han cautivado un par de estos elementos del film dirigido y co escrito por Emmanuel Mouret: uno son los mencionados diálogos. No tanto por su contenido sino por como logra que un libreto, y en definitiva todo un film, se sustena básicamente con sólo dos personajes (apenas intervienen un par más) charlando constantemente. No invita a la reflexión pero si se empatiza con aquello tan agradecido de querer conversar de todo con quien te tiene embelesado. Y por otro lado está Simon, mucho más interesante que Charlotte.

Cuesta entender, desde el frío texto y sin ver Crónicas de un amor efímero, como Simon puede resultar tan interesante. Sea la dirección, el libreto o la interpretación de Macaigne (probablemente una mezcla de las tres), Simon se erige como un personaje tridimensional en su inseguridad, ofreciendo ternura sin resultar del todo penoso, casi sintiéndose mal por creer que de verdad puede vivir una historia de amor con una mujer como esa. Son especialmente tangibles las escenas en las que es obvio que siente dudas, o celos, y lo disimula como sólo alguien con larga experiencia siendo tímido puede hacer.

Crónica de un amor efímero, cuyos 100 minutos de duración sirven también para darse un agradable paseo por ese París de ensueño pijo y sorprendentemente alejado de lo que tercia en nuestros tiempos, llega a nuestros cines el próximo 24 de marzo.