Crítica de Bel Canto. La Última Función (2018): ópera y tiros

No, no ha corrido el whiskey por las oficinas de Cinéfilos Frustrados: existe una película que aúna a Julian Moore cantando ópera, un secuestro militar con tiroteos, un choque de culturas e incluso algún que otro partido de fútbol. En Bel Canto, ¡incluso hay espacio para los especialistas en la saga del Anillo de Peter Jackson!

Semejante ensalada descrita en la entradilla cobra sentido cuando nos asomamos a la sinopsis de Bel Canto: Roxanne Coss (Julian Moore), una exitosa cantante de ópera estadounidense, es contratada para cantar en una recepción organizada en Sudamérica por el millonario japonés Katsumi Hosokawa (Ken Watanabe). La fiesta se interrumpe cuando un grupo paramilitar liderado por el Comandante Benjamín (Tenoch Huerta) secuestra a los invitados, amenazando sus vidas y exigiendo la liberación de sus camaradas encarcelados.

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Bel Canto, adaptación del bestseller homónimo de Ann Patchett (2001), basada en hechos reales acontecidos en el Perú de los años noventa, revela sus cartas demasiado pronto y exhibe una narrativa sin artificios, paciente, colocando al espectador en la insólita comodidad de un secuestro de altos vuelos. Las ínfulas militares (cuyo líder, un bilingüe Tenoch Huerta, interpretó recientemente a Rafael Caro Quintero en Narcos: México) apenas amenazan el suave sufrimiento de los millonarios, embajadores y demás invitados encerrados en la enorme mansión del -ausente- presidente del -no mencionado- país.

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No podemos contemplar Bel Canto como un mal film. En absoluto. Sin embargo la obra de Paul Weitz se muestra errática en sus intenciones. A fin de cuentas, en aquella revelación de intenciones comentada con anterioridad, se establece el secuestro como una oportunidad donde el cine debería ejercer su magia: el escenario en el que tan dispares culturas, lenguas y estratos sociales deberían estrechar lazos mientras aguardan, pacientes, las interminables negociaciones lideradas por Messner (Sebastian Koch).

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A priori celebramos los logros de Paul Weitz y Bel Canto pero no tanto la impavidez de los mismos. El romance, la amistad, formación cultural express (hay espacio para todo: ópera, ajedrez, cocina…), todo sucede con insólita amabilidad, y no terminas de entender que demonios pretende su director, aunque ver a Julian Moore cantando ópera es algo que no se ve todos los días. Ahí sí debemos hincar la rodilla: el casting de Bel Canto funciona a la altura de semejantes nombres. Lástima que sus personajes no den un paso más allá: esos prejuicios que se intuyen en las palabras de Roxanne Coss (Julian Moore) podrían haber dado mucho juego.

En la entradilla citamos El Señor de los Anillos de Peter Jackson. Insistimos: no ha corrido el alcohol. Un repaso a los créditos revela que es Renée Fleming la encargada de poner la voz real en las -escasas- escenas en las que Julian Moore debe fingir semejante dote: esta soprano de 60 años prestó su preciosa voz a varios de las composiciones de Howard Shore en la trilogía de El Señor de los Anillos. Lo ven?

 

TÍTULO: BEL CANTO | AÑO: 2018 | DIRECCIÓN: PAUL WEITZ | GUIÓN: PAUL WEITZ, ANTHONY WEINTRAUB | FOTOGRAFÍA: TOBIAS DATUM | MÚSICA: DAVID MAJZLIN  | REPARTO: JULIAN MOORE, KEN WATANABE, SEBASTIAN KOCH, CHRISTOPHER LAMBERT, TENOCH HUERTA, MARIA MERCEDES COROY | DURACIÓN: 102 MINUTOS.