AÑO: 2017 | TÍTULO ORIGINAL: Atomic Blonde | DIRECCIÓN: David Leitch | PRODUCCIÓN: Focus Features | GUIÓN: Kurt Johnstad | FOTOGRAFÍA: Jonathan Sela | MÚSICA: Tyler Bates | REPARTO: Charlize Theron, James McAvoy, Sofia Boutella, John Goodman | GÉNERO: Acción, Thriller | DURACIÓN: 115 Minutos
Antes de hablar de Atómica, la película que nos ocupa, me gustaría hacer una pequeña reflexión. Ocurre una cosa curiosa con el género de acción; ha sufrido por norma general un desgaste a lo largo de las décadas debido a la proliferación de estrenos, una gran cantidad de subproductos que dan una mala fama al mismo, serie B, serie Z en algunos casos, dobles sesiones, la época de los videoclubs; y un largo etcétera de causas, momentos, y consecuencias que sitúan al género como una matrioshka de malas películas para público generalmente masculino.
Pero por otra parte, la mayoría de directores coinciden en que el género de acción es el género madre en lo que a estética y puesta en escena se refiere; la historia del cine, en términos estéticos y no narrativos, se puede estudiar en clave acción, y es la dificultad que contiene lo que ha llevado a muchos avances en desarrollo de movimientos de cámara y montaje, entre otras cosas.
Podemos echar la vista atrás y enumerar una serie de directores de cine de acción o películas clave dentro del género que abarcan y condensan el estilo de una década; como una influye en la siguiente y así llegar a nuestros días, donde la saga que marca esta década, repito, en términos visuales, de montaje y puesta en escena, es John Wick.
Cogemos la máquina del tiempo, nos situamos 10 años atrás en el tiempo, y comprendemos que la película que justifica el género en ese momento y durante dos lustros, es la que tiene al espía amnésico en el papel protagónico. En los años noventa, Heat, una de las obras maestras del género, deja su mácula en la historia con una profundidad dramática y unos grises en los personajes que transcienden más allá, y con la que es una de las 4/5 mejores secuencias de acción de los 120 años que lleva el cine en marcha. Podríamos seguir mirando hacia atrás y encontraríamos algo en el género que marca la década de su producción.
En nombres propios la misma tónica; Paul Greengrass, Michael Mann, John Frankenheimer, Walter Hill, Sam Peckinpah y unos cuantos más que me dejo en el tintero de manera intencionada para que mi editor no me haga partir el artículo en dos.
Toda esta autoindulgencia para con un género que me veo obligado a defender siempre que tengo la ocasión se debe al estreno en ciernes de Atomic Blonde; Atómica dentro de nuestras fronteras, una película que refleja muy bien aquello que he intentado argumentar, no sé si con acierto; el cine de acción es un reflejo estético de la época que representa, pero que recoge aquello que la sociedad promulga en ese momento concreto; a nivel cinematográfico he de decir.
En este caso concreto me sirve además para comentar de soslayo el argumento de la cinta; una mujer que hace todo aquello que hacía Sean Connery en los años 60 cuando se enfundaba el traje de James Bond. Un argumento simple, pero curiosamente complicado de seguir en gran parte de la cinta, guerra fría… etc. Nada más que añadir argumentalmente, la película no tiene ninguna pretensión en este sentido, y lo que le interesa es únicamente lo visual y el tratamiento de la imagen.
luces de neón para un montaje clásico en la era moderna
Por otro lado, Atómica viene avalada por su protagonista, y especialmente por su director, uno de los dos que se sentaban detrás de las cámaras del primer John Wick; lo que convierte la película en una cita obligada para los amantes del cine de acción.
En términos estrictamente narrativos la película no sobrepasa la simple corrección, añadiría que con un montador algo más agresivo la cinta subiría enteros, pero esto no es lo relevante. Lo que pone a la película en el mapa son las secuencias de acción hiperestilizadas que la pueblan, una fotografía fría y unas texturas heredadas de John Wick, luces de neón para un montaje clásico en la era moderna, y planos que valen la entrada que se paga. Atención al plano secuencia del edificio.
La historia está contada a modo de flashback, a mi juicio erróneamente, pues provoca por momentos que la continuidad emocional se pierda, y la película empiece de cero en varias ocasiones; esto añadido a que tiene más de un final, y que el segundo acto es más largo de lo debido, hace que estructuralmente sea algo caótica, algo que se percibe debido a la simpleza de la trama y la dificultad para seguirla.
Charlize Theron en estado de gracia
En términos estéticos Atómica se queda medio peldaño por debajo del díptico protagonizado por Keanu Reeves; con este enfoque visual ya se ha tocado techo con el mismo, por tanto la continuación por el mismo camino no hace sino confirmar que se ha llegado al final de este, no hay más depuración posible en este tipo de propuesta, John Wick supuso la consumación de ese estilo en esta década, todo lo estrenado a continuación son variaciones estilísticas sobre la misma propuesta; ahora toca esperar a que llegue el siguiente punto de giro que revolucione nuevamente el género como hicieron tantos otros a lo largo de la historia.
Una buena película palomitera protagonizada por una Charlize Theron en estado de gracia; aunque después de ver Atómica solo nos queda imaginar que sería de una tercera parte de John Wick con ella de antagonista.