Año: 1992 | Dirección: Michael Haneke | Producción: Coproducción Austria-Suiza | Guión: Michael Haneke | Fotografía: Christian Berger | Reparto: Arno Frisch, Angela Winkler, Ulrich Mühe, Ingrid Strassner, Stephanie Brehme | Género: Drama Psicológico, Crimen | Duración: 105 minutos.
Ciclo Haneke (Vol. I): El Séptimo Continente (1989)
‘Una mirada incómoda’. Bajo esta frase, simple en su forma, definiría la segunda película del legendario Michael Haneke: El Vídeo de Benny. Un conjunto frío y caliente, distante y cercano, simple y complejo. Un título difícil pero necesario para entender el mensaje que este realizador quiere imprimir en nosotros. Comencemos.
Le diste todo: ropa de marca, un equipo de vídeo, cepillo de dientes eléctrico, una buena educación, una casa lujosa…para que la muerte de un animal te cambie completamente, de arriba a abajo, justo como El Séptimo Continente. ¿Qué hubiera pasado si Anna, Georg y Eva nunca hubieran viajado a ese lugar? Pues aquí tenemos la respuesta: unos años después, tendrían otro hijo que viviría sumido en el mismo bucle autoimpuesto por ellos mismos.
Pero el filme no habla de eso, de hecho, huye completamente una vez nos lo muestra -ya nos lo contó-. La cinta quiere ahondar en el despertar como revelación, tomada este caso mediante la muerte como viaje a lo desconocido. ¿Está Benny loco? Para nada, todo lo contrario, Benny está completamente cuerdo, pues sólo quiere conocer. Acostumbrado a grabar episodios que se repiten dentro de una vida cíclica, Benny encuentra en la muerte una vía de escape para combatir el raciocinio y poner en jaque la rutina.
Y eso no lo podrán permitir los padres, quienes mediante una escena dotada de gran carga psicológica ven en el asesinato un crimen contra su propia rutina, pidiendo a gritos volver a lo cotidiano. La película lo consigue, es decir, plasma a la perfección ese distanciamiento y frialdad a la hora de resolver el problema; incluso consigue que, por unos minutos, te pongas en la propia piel de los padres y desees que ‘aquí no ha pasado nada’, aunque la verdad siempre sale a la luz.
Con una actuación notable, el personaje de Arno Frisch consigue plasmarnos su disputa interior y ese viaje traumático hacia lo desconocido, acompañado de la fotografía fría y distante de Christian Berger. Haneke construyó un personaje de aparente simpleza pero gran complejidad una vez puestos a analizar. Y es que El Vídeo de Benny por fuera no es más que la historia de un joven que comete un acto violento y lo cuenta a sus padres, pero por dentro es una auténtica farsa que te golpea en la cara con todas sus fuerzas y te despierta de aquel sueño agradable que siempre quieres que se repita, pero que tarde o temprano se acaba.
Es cierto que la película pierde fuerza en su segunda mitad, cuando Haneke ya ha puesto todas las cartas encima de la mesa, pero se solventa con un poderoso y, de nuevo, simplista final en su forma que deja patente a los auténticos culpables del filme y a quienes de verdad han cometido el crimen, porque la muerte tiene muchas formas.
Mención aparte merece el vídeo del cerdo. Brutal, despiadado y excesivamente real, nos muestra el asesinato de un cerdo a manos de unos presuntos cazadores para comérselo más tarde. Haneke consigue estremecernos frente a la pantalla con algo tan básico como cazar para comer, porque la muerte de un animal impacta más que la de un ser humano -esto es un rasgo muy importante del director-.
Un título frío, sosegado y sin temor a resultar aburrido con tal de hacer mella en el espectador. 105 minutos de cine en los que Haneke toca muchos algunos palos como la acomodada vida burguesa y el impacto que provoca la muerte de un animal dentro de ella. Cuesta creer que este personaje será el asesino en Funny Games, pero si Haneke ha demostrado algo es que no tiene límites. Nos veremos en la próxima edición.