Año: 1989 | Dirección: Michael Haneke | Producción: Wega Film | Guión: Michael Haneke, Johanna Teicht | Música: Alban Berg | Fotografía: Anton Peschke | Reparto: Birgit Doll, Dieter Berner, Leni Tanzer, Udo Samel, Silvia Fenz, Robert Dietl| Género: Drama, Basado en hecho reales | Duración: 104 minutos.
Con El Séptimo Continente comenzamos un ciclo de cine realmente apasionante. ¿Por qué? pues nada más y nada menos por el creador que tenemos entre manos, el inigualable Michael Haneke. Uno de los mejores autores europeos de todos los tiempos y un director único y propio, que ha poseído durante toda su carrera un estilo basado en la alteración a su gusto de los elementos (narrativos y formales) que nos brinda el Séptimo Arte. Póngase cómodo y relájese, le prometemos que no se arrepentirá.
Austriaco de nacimiento, este director estudió filosofía, psicología y drama -tras fracasar en sus intentos de estudio de música y actuación-. Situando uno de sus pilares en la dirección de actores, este filmmaker ha basado su obra en base a sus estudios y conocimientos en las materias estudiadas a lo largo de toda su vida, rodando películas profundas y difíciles de digerir, y siempre tratando de situar al espectador en una posición incómoda, alterando las maneras tradicionales de percibir el cine.
Rechazando lo que él considera convenciones estándar de tiempo, construcción de suspense y continuidad lógica, Haneke no teme llegar a ser aburrido o incluso irritante en algunas situaciones. Para ello, hace gala de recursos como la constante inacción o exaltación de la violencia, que si bien no llega a ser estilizada, suele ser desmedida. Y es que ser un realizador como él requiere tocar temas peliagudos y de soberana dificultad como la acomodada vida burguesa (y la introducción de un ente malévolo dentro de ella), una actitud crítica ante los medios de comunicación (la televisión, por ejemplo). la propia incomunicación o el maltrato animal -mostrando muertes o tortura de animales en pantalla, pues Haneke defiende que impactan más que las humanas porque se da por hecho que son ficticias-. Cabe decir que este autor NUNCA dará una respuesta claramente establecida, buscando reacciones emotivas. Dicho esto, comencemos.
Antes de comenzar a producir El Séptimo Continente, Haneke leyó una noticia de un periódico en la que aparecía el peculiar suicidio u homicidio de una familia en su propia casa, con todas sus pertenencias destruidas por la morada. Este hecho produjo una gran reflexión en el creador, que intentó ahondar en las causas de las muertes y averiguar los motivos que habían llegado a acabar con sus vidas. De esta reflexión nació El Séptimo Continente, la ópera prima del autor y una película que contiene muchos de los elementos que han hecho grande su cine.
Basada en hechos reales. Una familia burguesa decide desprenderse de todos sus bienes y vivir según una concepción espiritual del mundo, que llevarán hasta las últimas consecuencias… (FILMAFFINITY).
Tradicionalmente, la gran mayoría de directores y artistas cinematográficos se esfuerzan en mostrarnos una información completa de lo que aparece en pantalla, apoyándose en recursos narrativos y formales (movimientos de cámara, dinamismo entre planos, música extra-diegética…etc) que refuercen sus intenciones. Obviamente Haneke no podía ser así. Desde los primeros instantes del filme, observamos una alteración de las formas al realizar y percibir cine mediante la muestra de una ‘pequeña’ información de todo lo que contiene la escena, logrando mostrar la deshumanización de la clase burgués. ¿Cómo lo consigue? haciendo énfasis en los objetos y bienes que posee la familia y apoyándose en unos colores fríos y pálidos que transmitan la sensación de lejanía entre cada miembro. Los días pasan y la cíclica vida burgués continúa su trayecto una y otra vez, centrándose únicamente en los pequeños detalles sin importancia como el color de un cepillo de dientes dentro de una pila de vasos clonados. El diálogo escasea y son las propias acciones de los personajes y el entorno los que nos dan la información necesaria para captar las intenciones del autor.
Apoyado en una aparente simpleza de las formas de narrar, Haneke realiza exactamente lo mismo en cuanto a su forma de rodar. Los planos fijos y esporádicos travellings de cámara resultan suficientes para mostrar la realidad que nos presenta ante nuestros ojos, junto con la ausencia de música extra-diegética en favor a un refuerzo de la diegética. Como se ha mencionado antes, el temor ante resultar aburrido e irritante es nulo, por lo que el autor no duda en utilizar la inacción para llevar el ritmo de la trama. Además, ya aparecen dos recursos que tendrán gran presencia durante su cine: cortes a negro de unos segundos durante el metraje y tomas que duran más de lo que deberían durar. ¿El motivo? puede tener diferentes interpretaciones, pero considero que es una mezcla entre provocar malestar en el espectador y generar una tensión y misterio necesarios para el correcto avance de los acontecimientos.
Unos acontecimientos que, por cierto, se verán acompañados de tímidas escenas de una playa onírica (El Séptimo Continente) que se intercalará entre las secuencias del filme. Y es que este lugar representa lo intangible y espiritual, mostrándose tan diferente a la acomodada vida burguesa en la que los personajes se dan cuenta que están muertos. ¿De qué sirve limpiar el parachoques de mi automóvil si lo de dentro no funciona? ¿De qué sirve dedicar una vida al empleo y la posesión de muebles? por ahí deribarán los derroteros del filme, que se dirigirá a una conclusión final bastante rompedora y, sobre todo, perturbadora.
Porque básicamente durante las tres partes de la película asistimos a la negación de la vida basada en la posesión. La desintegración de la familia es una mera excusa para llevarnos al final, donde se esclarecerá el camino tomado por los personajes que yacerán en su casa muertos junto con todos sus bienes materiales y tangibles sin ningún valor -con escenas, a mi juicio, difíciles de ver para el espectador medio-. Como dato, un apunte, no sentimos NADA ante la destrucción de los objetos (quizás aburrimiento) y sí ante la muerte de los peces que habitan en la pecera.
Una película realista, como las que visionaremos en este ciclo, y de quizás difícil o imposible visionado para el espectador medio, que resulta de obligada revisión para el avanzado al que no le importa apartar el entretenimiento para reflexionar consigo mismo al ritmo de la inacción y planos largos que nos brinda este creador, Michael Haneke, al que intentaremos desmenuzar y analizar con templanza y frialdad, justo como él nos brinda su cine.