Atlantide es la ópera prima de Yuri Ancarani en cuanto a cine nos referimos. Ancarani nos desnuda la imponente ciudad de Venecia en una fiesta interminable. Literalmente nos lleva por los canales de Venecia enfrascado en música pastillera mientras nos dejamos seducir por el reflejo del neón en las paredes de los antiguos edificios de esta ciudad.
Preparen motores,…
Atlantide es una película que supera a cualquier otra película que hayáis visto antes. Una cinta que recoge la noche vestida de neones. Porque Ancarani nos muestra lo que la juventud de Venecia conspira cada noche para entretenerse. Esta película no va de la belleza arquitectónica de las casas, ni de ningún interés turístico, el cineasta italiano despierta de un mal sueño la otra cara de Venecia. Es como mezclar la poderosa Titane de Ducournau y fusionarla con un cine muchísimo más pausado. Creando un resultado tan poderoso como impresionante, la mezcla de la aceleración motora y la deceleración fílmica, ¿Resultado? Una tónica rejuvenecedora. Y aun así, las carreras, siendo parte fundamental de la disimulada trama, se esfuman en una banda sonora tan perfecta como las imágenes que las acompañan. Aunque realmente no sabes qué acompaña a qué. Aquí la acción y la adrenalina de las carreras se hunden en el agua veneciana para dejar paso al poder de las imágenes que nos regala el paisaje a través de las lanchas. Esto es lo que hace Ancarani, nos hipnotiza con el transcurso de la noche al alba, y viceversa. Y a la vez, la juventud veneciana sigue abyectas a la locura de ser ellos mismos, jóvenes. Bienvenidos gente de a pie, a una de las más bellas ciudades del mundo, desnudada mancillada y la vez santificada en una noche que parece no acabar nunca.
Atardecer veneciano ambientado por música electrónica
¿Tenéis una hora y cuarenta y cinco minutos libres? ¿Os apetece ver una película? Os recomiendo esta magnánima película, pero antes os debo de advertir de una cosa; alejaos de las distracciones. Pues Atlantide es una experiencia en sí, una muestra de una de las ciudades tan impresionantes como turísticas de Europa. Es un viaje a través de esos infinitos segundos que nos regalan los cientos travesías bajo las miradas de los venecianos, en una ciudad que parece estar anclada en el pasado. Dejaos llevar por la música, los efímeros diálogos que decoran la película, y el poder detrás de las imágenes que nos acompañan. Si seguís mi consejo, si os alejáis de las distracciones, entraréis en un cuadro de atardeceres y tecno. Si os alejáis de la implacable velocidad de vuestros pensamientos, y el asfixiante avance de los segundos de vuestro día a día, Venecia se abrirá a ustedes. En Atlantide esta ancestral ciudad se convertirá en un viaje hacia vuestro interior, os bautizará con el agua que discurre por sus circunvalaciones acuáticas. Al director italiano le da igual la historia de lo que cuenta, si no que usa las imágenes para darnos momentos exactos perfectos. Él aparca en un muelle la historia, y hace uso de las imágenes para traernos una experiencia vital como nunca antes habíamos visto.
Paredes pintadas por la luz de neón
Todo lo que vemos y oímos en esta cinta es poderoso, porque ocultan sensaciones que penetran en nuestro interior. Eso es lo que la hace única. Las imágenes se calan en nuestras retinas, impidiendo que se marchen de nuestras mentes. Una vez acabas esta película, parece que no se quiere desprender de nosotros. Se instala en nuestro cerebro, con la intención de vivir por muchos años con nosotros. Creo que en la mente de Ancarani, quería descifrar el sentido no solo de la juventud humana sino de la existencia de nosotros mismos. Mientras escribo esto, la banda sonora de El Resplandor del genio de Kubrick, y eso me hace pensar en la vasta experiencia que nos regala el cineasta italiano. En la capacidad que tiene esta película en atravesarnos con lo que tenemos en la pantalla, reboza de algo más que significado. Puede parecer que me esté haciendo el listillo, que quiero parecer haber estudiado en una escuela de cine, o que soy un entendido; pero ante una película tan compleja como enigmática como esta no se puede hablar con palabras normales. Es una pieza que dura lo que dura, no es ni lenta ni rápida; simplemente evoluciona cada vez que avanza más y más. No se puede ver pensando en que va a ocurrir algo, ni siquiera puedes tener un pensamiento en la cabeza, pues es una hora y cuarenta y cinco minutos de viaje que no se pueden desperdiciar.
Antes del amanecer
Parece que me he vuelto loco, pero es normal viendo el poder seductor de una obra como esta. Solo déjate llevar, no vas a hacer otra cosa más interesante que ver en tu casa Atlantide. Disfruta del paisaje como hice yo y viajarás por los canales de Venecia, desde tu sofá. Yo lo hice y volé a través del agua veneciano. Mi sensación es haber estado en un trance, y sin tomar ningún tipo de estupefacientes. De todos los momentos, el final es casi como un viaje psicodélico con un simple movimiento de cámara. Ancarani sabe usar los espacios que le regala la ciudad, y él lo agradece con cada fotograma que filma. La recomiendo a todas las personas que quieran sentirse liberados de su día a día. La banda sonora, sin palabras; las imágenes, magnéticas. Gracias Yuri Ancarani, por este viaje inolvidable.