La carrera de 99 Moons de Jan Gassmann por los festivales no está dejando indiferente y seguramente en Atlántida Film Fest 2022 tampoco lo será. Una de las películas escándalo del año, protagonizado por Valentina Di Pace y Dominik Fellmann que no puede pasar de puntillas.
En 99 moons, Bigna es una chica solitaria que se dedica al estudio del comportamiento de los animales en la detección de terremotos/tsunamis. En uno de sus múltiples contactos sexuales con desconocidos, conoce a Frank y empiezan una relación atípica dentro de los cánones tradicionales. Durante 99 lunas transcurrirá su historia sexual y de amor. Una pasión descontrolada, libre de perjuicios y difícil de controlar.
Lo primero que destaca la película son sus escenas de sexo que no llegan a ser explícitas, pero que rozan la línea de lo que puede ser real. El director utiliza cada una de ellas para describir en qué situación se encuentra cada uno en ese momento. Todas las escenas tienen su motivo y para nada son gratuitas. Por ejemplo y así saber por dónde va Jan Gassmann, la forma de conocerse los protagonistas. Para Bigna el sexo que busca debe de ser anónimo, todos los hombres deben de llevar una máscara. Además de que no puede haber penetración si no simplemente es un cunnilingus con ella dominando la situación. Con ese primer contacto, nos damos cuenta de donde este cada personaje y de su psicología.
Jan Gassmann no ha dudado en utilizar a una coordinadora de escenas para la filmación del sexo. Cornelia Dworak fue la responsable para conseguir con éxito dar credibilidad a cada secuencia. No hubiese sido posible sin la valentía de los dos actores. Tanto Valentina Di Pace como Dominik Fellmann, debutantes en una película, ponen toda la carne en el fuego logrando grandes momentos. Una historia de amor basado en el sexo con escenas de dominación, hipoxifilia, tríos… rompen los tabúes de lo que es una pareja tradicional. Lo que no se sabe es si después de esa fogosidad pueden tener algo más que sexo.
Los actores donde verdaderamente consiguen una buena química son en los momentos de sexo, en cambio, al encontrarse el uno al otro y tener un diálogo, la química entre Bigna y Frank se pierde. Algo que podía ser negativo en otra película, en 99 Moons le termina beneficiando. Esa desconexión le viene fenomenal. El director prefiere que haya pocos diálogos para ahondar aún más en que la mejor manera que tienen de expresarse, es mediante el contacto carnal. La falta de experiencia en el cine de los protagonistas es aprovechada. La película gana en autenticidad, pero pierde en que no llega a algo más, no toca la fibra sensible del espectador.
No es la primera vez que el director relata las vidas amorosas. Hace ya unos años presento en el Atlántida su documental Europe, She Loves sobre cuatro parejas de diferentes países. Ahora en 99 Nooms escribe el guion, dividiendo la película en seis elipsis. Seis momentos diferentes en los que se encuentran los protagonistas. Tanto uno como el otro tienen dependencia entre sí, parecen adictos. A pesar de la distancia o de la ausencia a cada coincidencia es como un sorbo de vino para un alcohólico, imposible de no caer en la tentación. El problema no es que sea una relación dañina, sino que los caminos que cada uno quiere tomar son diferentes. Una manera inteligente de Jan Gassmann de contarnos una historia de amor imposible.
Las elipsis de la película ayudan a avanzar la historia. Hay momentos en que parece que el film se puede estancar y cuando uno piensa que la película no va a ninguna parte, el director aprovecha para dar el salto a otro momento de la relación. Algunas veces funciona mejor que otras. Las pequeñas historias de los personajes secundarios no necesitan que Jan Gassmann profundice demasiado, con esas pocas pinceladas que da, el espectador ya tiene una idea de como piensan y sienten. En cambio, con los protagonistas necesita explayarse más resintiendo un poco en que la narrativa fluya.
99 Moons no debería de pasar inadvertida en el Atlántida Film Fest 2022. Una película que se sale del cine habitual contando una historia universal, vista mil veces, pero que esta vez busca un camino más arriesgado. No pretende provocar sino relatar de la forma más realista posible una relación fuera del enamoramiento de color de rosas. Unos personajes que a pesar de salirse de lo tradicional no deja de caer en las mismas dificultades de una relación típica.